9 ago 2016

El Beñesmer y el Erah

Beñesmer. Obra de Josué Cabrera (c)

Josué Cabrera analiza la antigua festividad guanche del Beñesmer intentando precisar la fecha de su celebración. Para ello parte desde el estudio en el que trabaja desde hace años sobre el calendario de los antiguos indígenas canarios. En esta ardua labor, el autor indaga no sólo en los datos que nos puede aportar las fuentes documentales insulares sino que profundiza en la información etnográfica de los actuales pueblos amazighes del norte continental africano. 

¿Cuál era la fecha exacta del Beñesmer? ¿Qué significación de vital importancia tuvo para nuestros antepasados? ¿Existió alguna festividad similar entre los pueblos amazighes del Continente? Josué Cabrera nos aporta algunas claves novedosas.


EL BEÑESMER Y EL ERAH

Hacían sus fiestas como los canarios a el fin de la era, o año empesado en la luna de agosto llamado Beñasmer
Marín (1986 [1694]: 280) 

El Beñesmer es sin duda la festividad agrícola del antiguo pueblo guanche más comentada y debatida, tanto por antiguos cronistas y exploradores, como por actuales curiosos e investigadores. Sin embargo, pocos han caído en la apreciación que el Doctor en filología, Ignacio Reyes García, hace sobre la concepción de este vocablo mediante el análisis lingüístico: 

Aunque por el medico teldense Marín de Cubas (1694) sabemos que en Gran Canaria también se practicaron fiestas similares, el vocablo sólo aparece registrado en la isla de Tenerife a finales del siglo XVI. Según Juan de Abreu Galindo (ca. 1590), remitía a una «sementera» que ubica en el mes de «agosto». No obstante, el ingeniero Leonardo Torriani (1590) matiza que dicha designación mensual guardaba relación con «el tiempo de la luna». Un dato que parece corroborar el dominico alcalaíno Alonso de Espinosa (1594), cuando sitúa en la sucesión de lunaciones la base para calcular el año guanche... Esta ‘finalización’ del ciclo agrícola (era) se festejaba con celebraciones de ámbito insular, aprovechadas por los poderes de los diversos segmentos socio territoriales para realizar una asamblea general conjunta: «Hazian entre año (el qual contauan ellos por las lunaciones) muchas juntas generales» (Espinosa 1594, I, 6: 20r).  Que dicha reunión tomara el nombre del periodo en el que tenía lugar, en este caso el beñesmer, como propone Bethencourt, no resulta inverosímil, aunque los datos disponibles sugieren que ese desplazamiento metonímico es obra del médico tinerfeño.”  

 Para un pueblo que articuló su cultura y sociedad en torno a una rica y compleja visión del mundo que entendía que todo forma parte de un conjunto interdependiente, conocer los ritmos naturales de las estaciones y cómo estos afectaban los procesos vitales de los seres que formaban el medio del que él también era parte y partícipe, suponía asegurar su supervivencia y por tanto, su continuidad como conjunto social mediante la acumulación de ese conocimiento heredado y transmitido oralmente por generaciones. Una transmisión cultural de la que la población insular fue desprovista y arrebatada en gran parte tras la colonización europea; no obstante, la tradición amazighe continental podría complementar la poca información documental disponible para Canarias con respecto a otras cuestiones cosmológicas estrechamente relacionadas con el cómputo del calendario. 

 "La antigua cosmovisión bereber hace análoga la existencia del ser humano a la de un grano de cebada, en cuyo interior guarda el enigma de la vida".

Foto y recreación: Josué Cabrera
Después de la siega del cereal y la despedida de las ánimas de los antepasados durante los fuegos solsticiales, se observa un periodo tabú́ de cuarenta días, similar a la fase de duelo o cuarentena por la que pasa la familia del recién fallecido.

En este caso, se trata de la muerte del cereal, pues la antigua cosmovisión bereber hace análoga la existencia del ser humano a la de un grano de cebada, en cuyo interior guarda el enigma de la vida. Así́ como el alma y el espíritu de la persona abandonan su cuerpo tras la muerte, y efectúan un tránsito de cuarenta días hasta que finalmente ingresan en el mundo de los antepasados, de igual modo el cereal deberá́ pasar por un periodo similar de separación mediante la trilla, el aventado, el cribado y el ensilado, hasta que finalmente pueda ser considerado como completamente integrado en el mundo doméstico, ya no como grano salvaje, sino como alimento para la comunidad humana. 

 "Los esfuerzos del ciclo cerealista habían traído consigo sus frutos; una cosecha abundante de cereal para garantizar el alimento del pueblo hasta la siguiente siega."

De forma paralela, este cómputo de cuarenta días a partir del solsticio de verano, tenía la función de actuar como regulador del desfase lunar frente al año tropical, mediante la adición de una decimotercera luna cada dos o tres años dentro del ciclo metónico. 

 Una vez pasada la cuarentena y avistada la primera conjunción, o más concretamente el primer filo de luna creciente perceptible a la vista tras el ocaso solar, comenzaba el nuevo mes y cómputo anual guanche. Un periodo de descanso, de consumación o término, que es de lo que en parte nos habla esa luna del beñesmer, que se correspondía con el mes de agosto. 

"Resulta imposible que la celebración del final de las cosechas cayese en un día fijo del calendario gregoriano porque es estrictamente solar y no contempla la luna"

Los esfuerzos hechos durante todo el ciclo cerealista habían traído consigo sus frutos; una cosecha abundante de cereal para garantizar la base alimenticia del pueblo hasta la siguiente siega. Esta recompensa o erah suponía el motivo del festejo del pueblo durante el comienzo de la luna de la consumación. 

 Según este análisis, resulta imposible que la celebración del final de las cosechas cayese cada año en un día fijo del calendario gregoriano, ya que este último es estrictamente solar y no contempla la revolución de la luna. No obstante, dos asterismos de gran relevancia dentro de la cosmovisión amazighe servirían como referencia astronómica para marcar el periodo en el que caería la primera luna del año; entre los ortos heliacos de las estrellas Sirio (Alfa Canis Maioris), a mediados/finales de julio, y Canopo (Alfa Carinae), a mediados/finales de agosto. 


"Era una oportunidad para mostrar valor y hombría mediante eventos competitivos tradicionales, bailes y demás exhibiciones"

Espinosa nos informa sobre estos festejos tras recoger sus cereales “como en agradecimiento del bien recibido”, ocasión solemne en la que las disensiones entre tribus o poblados eran olvidadas y podían celebrar juntos (Fray Alonso de Espinosa, [1594] 1980). 


Así́ mismo, suponía una oportunidad para mostrar valor y hombría mediante eventos competitivos tradicionales, bailes y demás exhibiciones. Pero Marín arroja una serie de datos no menos interesantes al decir que “hacían grandes fiestas devia ser por sus difuntos iban a las sepulturas, y cuebas con teas y luces encendidas, i despues hacian grandes comidas” (Marín [1986] 1687, p. 76 r). O la mención que hace de los casamientos también oficiados durante esta época, aunque en esta ocasión la referencia se atribuye a una festividad paralela en la isla de Gran Canaria. 

 Agdud 

La festividad continental de Agdud, ya en desuso, hacía referencia al año nuevo de un antiguo calendario astronómico que tenía en cuenta el cómputo de las estrellas, además del sol y de la luna, como en el caso insular. La celebración venia determinada por un asterismo que hace su aparición heliaca al término de la estación estival, del que no se constata su identificación precisa. Sin embargo, la importancia que el astro encierra dentro del imaginario norteafricano como numen primordial y origen de la creación, así́ como el periodo coincidente con su orto helíaco, todo parece apuntar a la estrella Canopo como principal candidato. 

 La memoria oral continental nos cuenta que durante esta celebración se acudía en peregrinaje a la tumba del antepasado fundador y protector del pueblo en cuestión, y tenía como objetivo hermanar a las tribus contrarias, así́ como proteger a la comunidad de eventos funestos durante el año nuevo, mediante ritos domésticos y públicos. El encuentro tenía lugar al aire libre, en las cercanías de la edəәbni (túmulo funerario circular) y a finales de verano, después de acabada la mudada o trashumancia del ganado. 

 Durante la celebración se sacrificaban toros, se auguraba el porvenir, y la gente cantaba una especie de salmos místicos llamados əzzəkәr, sin que faltasen a la gracia del evento los bailes, la comida y el festejo, además de los juegos y enfrentamientos entre los diferentes bandos. Las mujeres divorciadas o viudas de los diferentes poblados se lanzaban a la búsqueda de pretendientes, para también tener la oportunidad de formalizar uniones temporales en el tiempo de los casamientos. 

 Esta efeméride, si bien pudo contar con diferencias y matices culturales propios según el grupo social o región geográfica, también supuso, como hemos podido someramente ver, una realidad común para un pueblo norteafricano dependiente de la producción cerealista como medio de subsistencia en la Tamazgha. Una tierra frecuentemente hostil, pero generosa para los que supieron cuidarla y aprender de ella a lo largo del tiempo. 

 ¡Feliz Final de las Cosechas, ¡Feliz Luna de la Consumación, y Feliz Año Nuevo! 

Autor: Josué Cabrera 

 BIBLIOGRAFÍA 

-MARÍN DE CUBAS, T., (1993), Historia de las siete islas de Canaria, Thomas Arias Marín de Cubas, 1694 [Edición príncipe], F. Ossorio Acevedo ed., Canarias Clásica, Tenerife. 

-ESPINOSA, Alonso de. 1594. Del Origen y milagros de la Santa Imagen de nuestra Señora de Candelaria, que aparecio en la Isla de Tenerife, con la descripcion de esta Isla. Compuesto por el Padre Fray Alonso de Espinosa de la Orden de Predicadores, y Predicador de ella. Sevilla: Juan de León. 

-REYES GARCÍA, Ignacio. 2009 (2006). Diccionario Ínsuloamaziq [en línea]: . Islas Canarias: Fondo de Cultura Ínsuloamaziq. 

-M. MORIN-BARDE et M. Hawad, « Agdud », Encyclopédie berbère, 2 | Ad – Ağuh-n- Tahlé, Aix-en-Provence, Edisud, 1985, p. 246-248 

-PÂQUES, Viviana. 1964. L’arbre cosmique Dans la pensée populaire et Dans la vie quotidinene du nord-ouest africain. Paris: Institut d’Ethnologie. Éditions l’Harmattan. 

-BARRIOS GARCÍA, José. 1997. Sistemas de numeración y calendarios de las poblaciones bereberes de Gran Canaria y Tenerife en los siglos XIV-XV. Servicio de publicaciones de la Universidad de la Laguna.

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